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Una de las principales atracciones turísticas de Alicante es el castillo de Santa Bárbara, que se encuentra en lo alto. Desafortunadamente, muchos visitantes desconocen que a la sombra del castillo un pintoresco casco antiguo clama por atención. El barrio de Santa Cruz es un paraíso para los fotógrafos. Aunque el barrio se encuentra a poca distancia del bullicioso centro de la ciudad y la playa, es un oasis inesperado de color y tranquilidad.
La vida cotidiana se desarrolla a un ritmo de caracol comparable al ritmo al que los caminantes se mueven por las calles sinuosas, estrechas y adoquinadas. Esta lentitud se explica en parte porque esta parte más antigua de Alicante es bastante empinada. Igual de importante es que hay mucho que admirar. Las pequeñas casas blancas y azules delatan la arquitectura del pasado lejano. Sin embargo, los acentos coloridos de los marcos de ventanas y puertas elaboradamente pintados hacen que las casas sean audazmente modernistas. El contraste es sorprendente. El carácter inusual del barrio se ve reforzado por el mar de flores, que se exhibe por todas las calles.
Una de las razones por las que los vecinos del barrio dejaron volar su imaginación es probablemente que muchos artistas se han asentado aquí. Eso parece haber inspirado a muchos a excesos creativos. Los visitantes que caminan por el laberinto de calles encontrarán una última sorpresa agradable en el punto más alto del distrito. Allí se encuentra la pequeña Ermita de Santa Cruz, desde donde los aficionados esperan una vista panorámica de Alicante.
Es ideal visitar esta zona junto con el castillo de Santa Bárbara. Pero más sobre esta última atracción en otro momento.
